En el retorno tras este parón involuntario, vamos a hablar de un personaje cuyo nombre todos conocemos: Francisco Pizarro. Pero, ¿Qué sabemos de su historia? Un anciano que intenta conquistar un imperio con apenas 200 soldados. ¿Demencia senil? ¿No había nada que hacer en el Hogar del Pensionista? ¿Alguien le dijo “no hay huevos”?
Nuestro amigo Pizarro nació en Trujillo, Extremadura, entre 1476 y 1478; era hijo bastardo de Gonzalo Pizarro “el largo” llamado así no sólo por lo que medía hacia arriba como, sobre todo, por lo que medía hacia abajo. Al parecer esa virtud le hizo tener varios hijos repartidos por todo el país.
Francisco, al ser bastardo, no fue educado en escuelas, casi nadie lo era, sino que le pusieron a trabajar en el campo y cuidar cerdos. Se ve que eso le aburría mucho, se hartó, cogió un jamón Navidul y se alistó en los Tercios españoles, luchando en Nápoles.
Pero las luchas terminaron y lo mandaron a Sevilla; como en esa época estaban de moda los extremeños en América, pilló un barco y se marchó hacia el Nuevo Mundo.
Y allí empezó a tener suerte: estaba de soldado en el ejército de Alonso de Ojeda (nada que ver con Álvaro Ojeda) conquistando Panamá, cuando a éste le hirieron en una pierna. Ojeda, mientras lo trasladaban, eligió que se quedase al mando Francisco… ¡porque era el único que nunca se ponía enfermo!
Así con 32 años ascendió a capitán por tomar mucho Actimel de pequeño; Pizarro destacó en todos los combates de modo que como recompensa lo nombraron alcalde de Panamá.
Pero allí se aburría bastante ya que sólo había famosos y políticos llevando su dinero; además, en esa época su pariente Hernán Cortés (tío segundo suyo) había conquistado el imperio Azteca, así que imaginaos a la madre del pobre Pizarro: “pues tu tío ha conquistado un Imperio con sólo 800 soldados. Está la tía Catalina bien orgullosa de él, y tu ahí, de alcalde nada más. Vaya vergüenza de hijo, ya verás la cena de navidad cuando nos juntemos…”
Total, que se decidió a conquistar él también un imperio. Como los territorios guays ya estaban conquistados –Caribe, Riviera Maya, Cancún…- al pobre le tocó ir hasta Perú, que esta entre montañas.
Como no tenía dinero suficiente, se alió con otros dos empresarios (si, un alcalde negociando con empresarios, lo nunca visto): Diego de Almagro y Hernando de Luque, que pondrían dinero y soldados.
Y ahí tenemos en 1526 a Francisco, un anciano de casi 50 años (anciano para la época, no se me enfaden los maduritos que estén leyendo esto) intentando conquistar todo el imperio Inca.
Las primeras expediciones la verdad, no le fueron muy bien. De hecho, después de pasar varios meses de hambre, sed y ataques, tuvieron que ir a una isla segura, la Isla del Gallo y allí los soldados se amotinaron para volver a Panamá.
Entonces, se dio uno de los hechos más famosos: Pizarro cogió su espada, hizo una raya en la arena y dijo “Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos”. Ante este emotivo discurso y muestra de valentía, los soldados…. Pasaron olímpicamente de él. Sólo se quedaron trece, los llamados “Trece de la fama” (tienen nombre de western malucho de por la tarde).
Aun así, emperradito en conquistar el imperio, Pizarro y los trece estuvieron cinco meses en esa isla esperando refuerzos –vamos, un “Supervivientes” como Dios manda-.
Al final en 1531 fue la expedición definitiva con casi 200 hombres y 30 caballos, cosa importante ya que los indígenas creían que el caballo y su jinete eran la misma criatura y se acojonaban acongojaban al verlos.
Llegaron al Imperio Inca y, siguiendo con la suerte de Pizarro, resulta que estaban en guerra civil, Atahualpa contra Huáscar. Para redondear del todo la jugada, encima se creyeron que el extremeño era la reencarnación del dios Viracocha, ya que tenía barba blanca y los ojos verdes como la divinidad.
Al final consiguió una entrevista con el Inca Atahualpa en la ciudad de Cajamarca y aquí le vino bien a Pizarro el no saber matemáticas ya que él contaba con 200 soldados y el Inca tenía a casi 50.000 personas allí.
La entrevista en realidad era como una reunión entre Susana Díaz y Pedro Sánchez: los dos sabían que de ahí solo saldría uno. Atahualpa confiaba en que eran más y Pizarro en que tenían unos enormes coj caballos.
Cuando se juntaron todos en la plaza de Cajamarca, se intercambiaron regalos, un sacerdote le dio una Biblia a Atahualpa y éste, que no tenía ni idea de lo que era un libro, la tiró al suelo. Eso cabreó a los españoles que rápidamente apresaron al Inca y embistieron contra su séquito, quienes huyeron. Y así, 200 españoles habían hecho huir a más de 40.000.
Una vez apresado, Pizarro y Atahualpa se dedicaron a conversar y jugar al ajedrez (esto es verídico, no una broma mía), pero mientras, los seguidores del Inca se preparaban para liberarlo; Atahualpa le propuso a Francisco pagar un rescate y dijo que llenaría la habitación en la que estaba de oro y dos veces de plata.
Pizarro aceptó y los incas pagaron todo ese oro y plata, pero a la vez organizaron un ejército para librar a su emperador. Los españoles, temiendo la que se les venía encima, convencieron al extremeño de que ejecutase a Atahualpa o si no morirían, así que, además de pagar su rescate, el Inca fue juzgado y murió estrangulado (Hay gente que no tiene suerte en la vida.)
Muerto el emperador, la conquista del resto del imperio fue relativamente sencilla. Demasiado, con lo que nos gusta complicarnos a los españoles. por lo que había que complicarlo, Así que, Almagro y Pizarro tuvieron una discusión por la jurisdicción de cada uno y el territorio que gobernaban; la discusión fue creciendo y al final llegaron a la guerra. Se ve que gobernar un imperio de 15.000.000 de habitantes con unos 2.000 soldados se les hacía poco, de modo que se enfrentaron en la batalla de Salinas donde resultó vencedor Pizarro.
Almagro fue apresado y ejecutado por el trujillano. Pero ahí se le acabó la suerte; el 26 de junio de 1541, doce simpatizantes de Almagro hicieron un complot y fueron a buscarle a su palacio. Allí, se batieron en duelo contra Francisco Pizarro y cuatro seguidores suyos, y, tras una larga pelea, consiguieron matar al conquistador tras darle 20 estocadas y reventarle un jarrón en la cabeza. (Ensañamiento como poco)
Así, como un colador, moría a los 63 años el bastardo de pueblo que llegó a ser marqués y conquistador de un enorme imperio. Para que veáis que nunca se es demasiado viejo para nada.
Eres el put… amo de la historia. Gracias a ti me interesa Felipe el Hermoso
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Jajaja, me alegro, esa es la intención del blog, hacer la historia interesante
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