Después de un tiempo más vago que el ángel de la guarda de los Kennedy, la noticia de que se ha enviado un coche a la luna me ha recordado la figura de uno los mayores inventores de la historia: Nikola Tesla.
A muchos os sonará también a nombre de coche eléctrico (a otros ni siquiera eso) y, sin embargo, a él le debemos la corriente alterna, la radio –sí, ya hablaremos de esto- los motores de inducción y muchos inventos más.
Pero, mientras que sus rivales Edison y Marconi eran ricos y reconocidos, él murió casi arruinado y olvidado (Y no lloró, Aitana, no lloró).
¿Por qué acabó así si era tan buen inventor? ¿Es cierto que ideó un “rayo de la muerte”? ¿si un coche eléctrico se avería, se arregla metiéndolo en arroz?
Nikola Tesla nació en 1856 en Smiljan un pequeño pueblo de Croacia que por aquel entonces formaba parte del Imperio Austrohúngaro; desde pequeño se le dieron siempre muy bien las matemáticas y gracias a su curiosidad se dedicó a hacer muchos experimentos (yo de pequeño juntaba fanta de limón y coca cola y también me creía científico).
Comenzó la carrera de Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Graz –Austria-. Después, sin acabarla, se fue a la Universidad de Praga, pero su padre murió y Nikola abandonó pronto los estudios al no poder pagarlos.
En 1881 pasó a trabajar en la Compañía Nacional Telefónica en Budapest (llamando a la hora de la siesta a la gente para fastidiar) y poco después se trasladó a París para trabajar en la Continental Edison Company, empresa de Thomas Alva Edison, el inventor, entre otras cosas, de la bombilla. Como destacó mucho en 1884 fue enviado a Nueva York.
Allí, Tesla enseñó su idea de la corriente alterna: una energía mejor que la corriente continua ya que tenía más potencia y era más fácil de transportar. Básicamente la cosa fue “mira Edison, tengo un invento mejor que el tuyo, pero necesito que me financies para desarrollarlo y ser más famoso y rico que tu”
Pero Edison, el Cristiano Ronaldo de los inventores, no quería que nadie le superase en fama ni dinero, por lo que se dedicó a utilizar y humillar a Tesla; un día le prometió que si mejoraba los generadores eléctricos de su compañía le pagaría 50.000 dólares. Tesla se puso a ello, llegando a estar incluso 80 horas sin apenas dormir (seguramente también inventó el Red Bull porque si no…)
El caso es que lo consiguió y cuando fue a por el dinero le contestó Edison “¡Ay, ¡qué poco ha aprendido usted del humor americano!”.
Se ve que le haría poca gracia el chiste, ya que inmediatamente abandonó la compañía puesto que el millonario George Westinghouse le había ofrecido unirse a PSG su empresa y construir su motor de inducción, ganando miles de dólares.
Una vez con dinero y apoyo, Tesla se dedicó a desarrollar su enorme creatividad puesto que de sus investigaciones y patentes salieron más de 700 inventos, entre ellos los rayos X, el altavoz, el radar, las bujías, el fluorescente, el alternador (luego nosotros mezclamos las luces fluorescentes con los clubes de alterne) y sus dos principales descubrimientos: la corriente alterna, que es la que usamos hoy en día, y la radio.
El primero fue el que le dio fama mundial, sobre todo cuando construyó una central hidroeléctrica en las cataratas del Niágara (para alegría de Franco que así podía hacer pantanos por doquier).
La lucha entre la corriente alterna de Tesla y la corriente continua de Edison fue muy popular en Estados Unidos, sobre todo cuando Edison se dedicó a electrocutar perros y gatos e incluso a un elefante para mostrar lo maligno que era el invento de su rival. (los de Iberdrola se frotarían las manos con la factura)
Con respecto a la radio, la realidad es que había tanto Tesla como Marconi habían trabajado con las ondas de sonido y Marconi hizo su aparato de radio usando más de 17 patentes de nuestro protagonista. Aunque Tesla lo denunció, el italiano se llevó toda la fama e incluso el premio Nobel de ese año; finalmente en 1943, con ambos ya muertos, los tribunales dieron la razón al inventor austrohúngaro (sí, en Estados Unidos también va la justicia lenta).
A pesar de todo, nuestro Tesla siguió con sus experimentos y se llegó a su proyecto más ambicioso: la torre Wardenclyffe que era una antena de telecomunicaciones de 30 metros de altura. El objetivo era que mandase señales transatlánticas y mensajes de radio a una enorme distancia, pero en realidad Nikola la quería usar para producir energía inalámbrica y así poderla distribuir a todo el mundo a bajo precio. Sin embargo, cuando Endesa sus patrocinadores se enteraron de eso, le retiraron los fondos y se desmanteló todo el laboratorio
Tras ello, nuestro amigo anunció también que había creado el “Teleforce” un rayo que concentraba las partículas en un potente haz de energía. A los periodistas se les ocurrió llamarlo “el rayo de la muerte” y con ese nombre se quedó el proyecto. Más tarde, durante la Primera Guerra Mundial se recordaría el “Rayo mortal” y, temiendo que se usase la antena Wardenclyffe, se ordenó su derrumbe.
Poco después llegaba ya el declive de Tesla volviéndose más excéntrico que nunca: estaba obsesionado con el número 3, se lavaba tres veces seguidas las manos y, antes de entrar a un edificio tenía que dar tres veces la vuelta a algún ladrillo o piedra; odiaba las perlas, tanto que no hablaba con mujeres que las llevasen, cada vez dormía menos, nunca más de dos horas seguidas de una sola vez.
Además, era extremadamente coqueto, tanto que se usaba hasta 18 servilletas. Siempre iba impecablemente vestido y peinado y, por tanto, tenía mucho éxito entre las mujeres, pero siempre fue célibe ya que pensaba que el sexo enturbiaba la mente (explicaría mucho de los personajes de Hombre, mujeres y Viceversa y de mi falta de ideas ultimamente).
Pero, a pesar de no tener relaciones con mujeres, sí que estuvo enamorado…… ¡de una paloma! Le encantaban esos pájaros todos los días iba al parque a echarlas de comer (como un jubilado cualquiera), incluso se gastó 2.000 dólares en arreglarle el ala a una; pero de todas, había una blanca que era su favorita y él pensaba que ella le correspondía. Llegó a decir “Me encantó esa paloma como un hombre ama a una mujer y creo que ella también me quiso”. (El Espíritu Santo, siempre tan liante)
Los últimos años de su vida, ya sin fama ni fondos, los pasó viviendo en un hotel gracias a la pensión que le pagaban, entre otros, el gobierno de Yugoslavia. Finalmente murió el 7 de enero de 1943 con 86 años. Un genio olvidado por casi todos (menos por su paloma).
A su muerte, el gobierno de los Estados Unidos requisó todo su trabajo y lo mantiene aún en alto secreto, pero se rumorea que Tesla inventó una energía eléctrica sin cables -tipo Wifi- y que las compañías eléctricas no quieren que se sepa (que si no los políticos españoles se quedan sin empresas en las que retirarse).
Tras ser condenado al ostracismo -palabra culta de hoy que no tiene que ver con comida-, la historia del gran inventor va siendo poco a poco retomada, sobre todo gracias a Elon Musk, el creador de Tesla Motors, los coches eléctricos llamados en honor de nuestro prota, y primeros en llegar a la luna (ya es mas fácil ir en coche por la luna que por el centro de Madrid).
Y esta es la curiosa historia de uno de los grandes inventores de la humanidad y uno de los grandes desconocidos. Os invito a que investiguéis mas sobre su vida. Y ya sabéis, cuidado con las palomas, que está cerca San Valentín
(Entrada dedicada al historiateador Javier Arroyo, gran admirador de Tesla-)
HISTÓRIATE 